Conciencia... Estado...


La mayor parte del tiempo que pasamos en la vida cotidiana, no es una mayor parte de tiempo pasada en términos de conciencia. SILO

La mayor parte del tiempo que pasamos está manejada por los ensueños, manejada por los reflejos, manejada por las imposiciones del sistema, por las creencias sociales, por la propaganda. No somos absolutamente conscientes de nuestros actos, y eso por algo será. La naturaleza, que es tan sabia así lo ha previsto. Nosotros no pretendemos lograr distorsionar la naturaleza. Eso es descriptivamente, simplemente, lo que sucede. Encontrándose con esta situación mental es por lo que casi todas las religiones han tratado de sacar al hombre de esa suerte de sueño despierto. Jesús y el Buda repiten a sus discípulos conceptos sobre el "despertar". En todas las grandes religiones se habla de un despertar. ¿Pero de qué despertar estamos hablando si se supone que estamos despiertos? Seguramente estamos hablando de un despertar que tiene que ver con el estado de conciencia que puede desarrollarse aún en la vigilia ordinaria. Ese es nuestro punto. Todas las religiones se preocuparon (sobre todo en su origen) del problema del despertar.
Todas las religiones parecen haber sido en su origen sabias escuelas del despertar. Lo hicieron de distinto modo, lo adecuaron a sus distintos momentos históricos, lo manejaron con diversas técnicas.
Esas son las técnicas que nos interesan. ¿Cómo han procedido casi todas ellas en ese punto? En forma muy compleja, las escuelas tibetanas nos hablaron de recursos psicológicos para mantener el estado de conciencia de sí.


Las infografías son de Manuel Hidalgo.

El Estado (socioeconómico, moral, religioso, cultural y social) forma personalidades que poco tienen que ver con lo humano de mujeres y hombre. SILO

Así que es de importancia una tarea esclarecedora a fin de discernir entre lo profundo y lo periférico, entre lo que direcciona y lo que desvía.

Los trabajos de reflexión sobre uno mismo pueden empezarse con prácticas metódicas o con la simple observación de las manifestaciones comunes, cotidianas, como son la habitual charla mecánica en donde se refleja el individuo en sus proyecciones, en sus carencias, en lo que trata de encubrir o de destacar, etc.

Cuando se trata del Sistema, también se devela en lo que escribe en sus periódicos, en los discursos de sus héroes, en lo que oficializa y en lo que prohíbe, en los valores que propaga y en los que persigue.

Ya sea por la observación del propio comportamiento habitual o en la investigación metódica, interesa descubrir la telaraña que rige la periferia a fin de evitar que una sociedad en fuga y un sistema opresor y deshumanizante destruyan toda posibilidad futura ahogando el espíritu.